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Lolo, siempre Lolo

Publicado: 2014-03-21

Tal vez tengan razón quienes temen más a la vejez que a la muerte.

Ver las últimas imágenes publicadas de Lolo Fernández

es quizá el más terrible desafío a nuestro afecto por todo lo que hizo.

El gran cañonero sentado en una silla de ruedas.

El futbolista más recordado privado de memoria.

Era Lolo y no era. Pero era.

Quienes visitaron a Einstein en su retiro de Princeton

recuerdan sobre todo a un anciano célebre

que hubiera preferido ser un célebre violinista.

Más que el crimen, implacable, hiere la gloria.

Así tras cada fracaso o derrota

Lolo esto. Lolo lo otro. Lolo, Lolo, Lolo.

Puesto y expuesto como el ejemplo de un mañana

que tarda siempre en llegar.

La sensible y fugaz memoria de los periodistas

inspirados por su partida

-pues nada hay más deportivo que hablar de deporte-

poco o nada aportan para despedir

al viejo legendario que vistió siempre de crema;

aparte de repetir lo ya sabido:

los descomunales shots que aseguran privaban

a los arqueros, Berlín 36 y su fulgor increíble,

los 20 años en Universitario y sobre todo

el cheque en blanco del Colo Colo.

A pesar de todo lo dicho

-es difícil hacer un homenaje sin decir algo demás-

Lolo también es entre otras tantas cosas, el nombre

de un remoto club fundado a mediados del siglo XX

por un grupo de entusiastas muchachos

nacidos en una comunidad campesina no menos remota.

San Juan de Astobamba y Lolo, su hijo predilecto.

Hay tantas formas de recordar a Lolo, y ésta, una más;

justo cuando los muchachos del 50 aun recuerdan

las tardes en que jubilosos detenían el tiempo

tras una pelota que sigue rodando en la nostalgia.


Escrito por

César Reyes Villanueva

Ensayista y cronista nacido en Cajatambo (Perú). Autor del blog: www.albumdepalabras.blogspot.com


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